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JUICIO DEL 11-M | RESUMEN SEMANA 12ª

Tras la pista de los explosivos y del descartado vínculo con ETA

'Mohamed el Egipcio', Bouchar, Belhadj y El Haski, los cuatro en huelga de hambre desde el 10 de mayo. (Foto: EFE)

'Mohamed el Egipcio', Bouchar, Belhadj y El Haski, los cuatro en huelga de hambre desde el 10 de mayo. (Foto: EFE)

PALOMA DÍAZ SOTERO

MADRID.- Esta semana, la 12ª, el juicio del 11-M se ha centrado de nuevo en la trama de los explosivos. Por un lado, comparecieron los mandos de la Guardia Civil de Asturias que no detectaron que, como dice la investigación judicial y han ratificado varios testigos, un ex minero y su cuñado vendían explosivos robados con total impunidad. Por otro, miembros de este cuerpo y de la Policía han explicado los pasos dados tras los atentados para dar con los responsables de este entramado, que hicieron que 200 kilos de explosivos llegaran a manos de unos terroristas.

Las cuatro sesiones de esta semana también se han visto salpicadas de nuevo por la conexión etarra, descartada incontables veces por testigos policiales y miembros de la banda terrorista. El miércoles, la nueva negación vino de la mano del famoso informe presente en el sumario que descarta la cooperación de ETA. Es el informe que el ex director de la Policía, Agustín Díaz de Mera, sostuvo que había sido manipulado por el jefe de la Unidad Central de Inteligencia, José Cabanillas, ahora responsable de estudios de la Policía.

El informe que descarta a ETA

José Cabanillas, ex jefe de la UCI (izq.), comparece con otro policía ante el tribunal. (Foto: LaOtra)

José Cabanillas, ex jefe de la UCI (izq.), comparece con otro policía ante el tribunal. (Foto: LaOtra)

Cabanillas, que inauguró la fase pericial del juicio, compareció el miércoles para ratificar los informes sobre llamadas telefónicas entre los suicidas de Leganés, considerados autores materiales, y algunos de los procesados. La fiscal comenzó preguntándole por el informe de ETA, que también era responsabilidad suya. Él aseguró: lo primero, que entonces él no era especialista en ETA y, por lo tanto, no podía haberse permitido una intervención directa; lo segundo, que el informe, elaborado por dos jefes de sección sobre ETA, era un resumen de conclusiones establecidas en otros informes que fueron realizados anteriormente, bajo la responsabilidad de otros jefes de Inteligencia.

El documento, encargado en diciembre de 2005, fue entregado al juez instructor, Juan del Olmo, en febrero de 2006.

Sobre Agustín Díaz de Mera, el responsable de que este informe se haya convertido en uno de los protagonistas del juicio, el tribunal desestimó la petición de dos acusaciones para realizar un careo entre él y Enrique García Castaño, el policía al que señaló como fuente de información en el caso de la supuesta manipulación documental. El tribunal también rechazó la petición de la fiscalía para citar a declarar a las personas implicadas por Díaz de Mera en la elaboración del informe y su manipulación posterior (carta de Díaz de Mera al tribunal: pdf).

El documento volverá a salir a relucir, junto con otros dos informes sobre ETA que hay en el sumario, el próximo lunes 21, jornada prevista (en princpio) por el tribunal para que fiscal y letrados hagan todas las preguntas que tengan que hacer sobre el tema. Una de las partes más interesadas en los informes sobre la banda terrorista y el testimonio de los policías es la acusación de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, cuyo abogado, José María de Pablo, se llevó una reprimenda del presidente del tribunal esta semana.

¿Robo a gran escala o pequeñas 'sisas'?

El procesado Emilio Llano, ex vigilante de Mina Conchita. (Foto: EFE)

El procesado Emilio Llano, ex vigilante de Mina Conchita. (Foto: EFE)

Esta semana ha sido crucial para entender la trama de los explosivos, aunque ha habido testimonios ambivalentes. Por un lado, dos guardias civiles y el presidente de la confederación de empresarios de la minería y la metalurgia hablaron de que entonces, en 2003 y 2004, se sabía que en las minas había "pequeños sisas", de cartuchos sueltos. Por otro, la tesis totalmente diferente del sargento de la Guardia Civil que vino a defender la investigación de los explosivos, como llevó a Mina Conchita y a acusar a los procesados.

Según él, el robo de explosivos se ejecutó de manera organizada, con la participación de varias personas y, sobre todo, la de Emilio Llano, el vigilante de la mina que llevaba los libros de contabilidad. La conclusión es que la sustracción a gran escala, hasta sacar unos 200 kilos, se hizo falseando la contabilidad. Hay que decir que la otra teoría de "las pequeñas sisas" la sostuvieron testigos traídos por la defensa de Emilio Llano.

Este sargento de la Guardia Civil hizo una detallada exposición del proceso que condujo a las fuerzas de seguridad a Mina Conchita. ¿Por qué allí y no a otra explotación minera? ¿Acaso todo el material robado salió de una sola mina? Éstas son las principales preguntas de los acusados del robo. Según el agente, se investigaron las cuatro numeraciones de los envoltorios de cartuchos de Goma 2 ECO encontradas en el piso de los suicidas de Leganés: nada menos que 594 envoltorios, unos 57 kilos de dinamita.

Las numeraciones de estos cuatro lotes fueron seguidas desde su origen, en la fábrica de Páramo de Masa (Burgos) hasta sus diferentes destinos. A unas minas fue a parar dinamita de un lote, de dos o de tres. Pero, casualmente, las cuatro numeraciones halladas en Leganés confluyeron en Mina Conchita. (Ver documento expuesto (PDF 1MB)) "Lo lógico", dijo el sargento, es que se robara todo el mismo sitio. Además, los detonadores de aluminio que aparecieron entre los escombros de Leganés eran todos de un mismo tipo, un tipo que sólo se usa en Mina Conchita. Si bien la Policía ya había llegado allí tras la detención y la declaración de Emilio Suárez Trashorras, que había trabajado allí hacía tres años, la Guardia Civil lo hizo con pruebas en la mano. Pese a ello, el agente reconoció que es imposible tener una "certeza absoluta" de que los explosivos salieron sólo de aquella mina: "Esa certeza no puede tenerla ni dios".

De lo que sí parece tener certeza la Guardia Civil es de que Emilio Suárez Trashorras y Antonio Toro no vendían explosivos desde 2003, en contra de lo que habían denunciado tres confidentes y en contra de las evidencias de la investigación tras los atentados. Casualmente, todos los mandos de este Cuerpo en Asturias han coincidido ante el tribunal del 11-M. La afirmación común es que investigaron los 'soplos', pero no encontraron nada palpable que justificara una investigación a fondo. Madrid (la UCO) tenía una información, la pasó a Asturias y se desentendió. Asturias estaba (y está) dividida en dos mandos, cada una con su confidente apuntando al mismo sitio. Oviedo y Gijón se reprochan su actuación, pero al final todos coinciden en lo mismo: no hubo pruebas.

La huelga de hambre

Al final, las cuatro sesiones de esta semana cargadas de prolijos detalles quedaron un tanto eclipsadas por un hecho más llamativo: la huelga de hambre iniciada el 10 de mayo por cuatro procesados.

Abdelmajid Bouchar, presunto autor material, Rabei Osman el Sayed 'Mohamed el Egipcio', Hassan el Haski y Youssef Belhadj, presuntos ideólogos de la masacre, consideran injustas las acusaciones contra ellos, según anunciaron en un papel que exhibieron en la sala de vistas, tras el cristal del habitáculo blindado. (Vea la carta de Bouchar: pdf) Al parecer, el inductor, El Hasski, llevaba tres semanas intentando convencer a todos los procesados de secundar este desafío a la Justicia. Al final, los rebeldes están entre los más religiosos del banquillo, según la acusación de la fiscalía. De momento, Instituciones Penitenciarias ha confirmado la iniciativa y ha empezado a vigilar su peso.

Belhadj y 'El Egipcio'

Rabei Osman el Sayed 'Mohamed el Egipcio', escuchando la declaración de los policías italianos. (Foto: LaOtra)

Rabei Osman el Sayed 'Mohamed el Egipcio', escuchando la declaración de los policías italianos. (Foto: LaOtra)

Precisamente, la acusación a uno de ellos, Youssef Belhadj, quedó en entredicho esta semana. Según la fiscalía, este procesado detenido en Bélgica en febrero de 2005 es Abu Dujana, el portavoz de Al Qaeda en Europa que se atribuyó los atentados en los comunicados de reivindicación del 11-M.

Según el ex jefe de la Unidad Central de Inteligencia (UCI), Abu Dujana puede ser Jamal Ahmidan 'El Chino', el suicida de Leganés considerado uno de los organizadores del atentado. "Él siempre fue jefe y no admitiría a otro", dijo el policía.

Mientras a Belhadj le daban aire, a 'Mohamed el Egipcio' se lo quitaban. Vinieron a declarar dos policías italianos responsables del seguimiento y las escuchas a este acusado durante su estancia en Milán. Según ellos, su voz es la que se atribuye la planificación de los atentados en una conversación con un joven llamado Yahya Mawed, que declarará ante el tribunal el próximo jueves, por videoconferencia (está preso en Italia). Los policías acreditaron la legitimidad y la legalidad de las grabaciones, aunque no pudieron certificar que indudablemente la voz grabada sea la de 'El Egipcio'. Él, por supuesto, lo niega. Tampoco pudieron demostrar ninguna conexión entre el 'espiado' y los suicidas de Leganés. De los procesados, sólo conocía a Fouad el Morabit. Por otro lado, según las fuerzas de seguridad italianas, que lo detuvieron, Rabei Osman adoctrinaba en la yihad y preparaba al joven Yahya para un atentado suicida. También planeaba para sí acciones de "martirio".

Finalmente, terminamos por el principio. La semana empezó con el testimonio de Kamal Ahbar, un preso islamista que dio la vuelta a toda la trama planteada por el juez Del Olmo y la fiscal, Olga Sánchez. Según él, los atentados se prepararon, en parte, en Valencia. Los responsables fueron el imán Cartagena, confidente de la Policía, y el sirio Safwan Sabagh, asentado en Valencia, detenido y puesto en libertad en varias ocasiones, supuesto colaborador del CNI. Los que pusieron las bombas, los suicidas de Leganés. ¿Los procesados? Todos inocentes, menos los españoles y Rafa Zouhier, víctima de una aparente encerrona. Después de su sorprendente declaración del primer día, el segundo se desdijo de algunos pequeños detalles de su historia ante la contradicción de las pruebas. La credibilidad de su testimonio fue bastante floja.

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