Así investigamos y descubrimos la trama de los GAL | ||||
Cronología de la investigación Paesa, un muerto viviente implicado en los GAL |
Paesa, un "muerto viviente" implicado en los GAL Por ANTONIO RUBIO y MANUEL CERDAN La trama de los GAL no fue ajena a Francisco Paesa. El ex agente de Interior, una pieza clave en la "operación Sokoa" y mediador en el secuestro de Revilla, rindió un nuevo servicio presionando a una testigo de cargo del caso: Blanca Balsategui.
Los certificados de defunción del ex agente de Interior son tan falsos como los papeles que el capitán Khan proporcionó a la policía española cuando ésta se hizo cargo de Luis Roldán en la habitación del hotel del aeropuerto de Bangkok. En aquella ocasión, los agentes españoles firmaron la entrega del huido, pero ahora nadie ha grabado la muerte del ex diplomático, hombre de negocios y ex agente. Francisco Paesa era o es un amante de la novela negra. Sin embargo, su muerte parece que la ha escrito un aficionado. Las pistas que apoyan la tesis de que no ha fallecido son muchas. Entre los primeros días de mayo y los últimos de abril Paesa llamó a unos conocidos para anunciarles que había decidido suicidarse. Pocos son los suicidas que avisan de sus intenciones. Días después del aviso o anuncio de su adiós comenzó a vender todas sus propiedades y guardó en un almacén de las afueras de París los muebles y recuerdos de sus últimos años. El 18 de julio, día del Alzamiento Nacional, repartió entre sus íntimos y allegados unos sobres con sus últimas voluntades. Su hermana, su compañera y su abogado fueron los receptores. El mensajero de las mísivas fue un hombre de nacionalidad estadounidense que ha trabajado con Paesa en diversos asuntos y que ha servido a su país en misiones especiales. Habla perfectamente el castellano y durante varios años trabajó en Madrid para diferentes servicios de información. Los que conocen a Paesa saben que no era muy creyente y que el canto gregoriano no era una de sus debilidades. Es difícil que el ex agente incluyera en sus últimas voluntades las 30 misas gregorianas que su hermana ha encargado a un convento de Burgos y además una esquela mortuoria en el diario El País. Este último adiós se asemeja más a los medios y sistemas que Gilles Perrault narra en su espléndida Orquesta roja o a los que utilizaba ETA para avisar a sus comandos a través del diario Egin. No es la primera vez que el espía Paesa utiliza los medios de comunicación para enviar mensajes cifrados a sus contactos. De este hecho tiene constancia Juan Alberto Belloch, que en los últimos años se había convertido en su principal valedor ante la Justicia. Por estas y otras cuestiones que el abogado Manuel Cobo del Rosal y otras personas conocen, es muy difícil que Francisco Paesa se haya ido de este mundo de una forma tan "torticera".
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